Oposición rima en consonante con Inquisición

Este artículo intenta dar una definición plausible a un fenómeno inexplicable, casi paranormal, que se invoca y toma presencia ectoplasmática siempre que algún desinformado aspira a entrar en un cuerpo extraño de la administración pública, unos – los pocos – consiguen tomar posesión a cambio de vender varios años de sus vidas y quizá alguno su alma,  y otros – los más – siguen dando tumbos como ánimas en pena en busca de un empleo fijo.

La roca Tarpeya en la actualidad. Foto Wikipedia

"Quien estudie las oposiciones conocerá a España"
Miguel de Unamuno
De la Enseñanza en España
O,C. IV p 52

 
Siempre había pensado que la Inquisición había ejecutado, durante sus casi cuatro siglos de existencia, a cientos de miles de pobres personas por su religión, sus costumbres heterodoxas o, simplemente, por su conducta extravagante. Sin embargo, cuando estudiaba Historia Social, me enteré de que, según la mayoría de los estudios serios, no se llegó a sobrepasar la cifra de 10.000. Y que según García Cárcel, que se tragó todo el Archivo Histórico Nacional que es donde están los archivos de la Suprema de la Inquisición, no llegaron a 3.000 las víctimas (1).

En un primer momento pensé, ¡pues no fueron tan malos!, salen a siete ejecuciones al año. En mi descargo diré que enseguida me di cuenta de que ese pensamiento era un disparate. No necesitaron más de 3.000 ejecuciones para mantener al país en un puño, dentro de la más pura ortodoxia, para mayor gloria de la monarquía y de la Iglesia. Fue un perfecto mecanismo de control social.

Los historiadores os dirán que la Inquisición permaneció vigente en España hasta 1834 en pleno reinado de Isabel II, pero se equivocan. La Inquisición mudó de forma, se readaptó y reapareció por un Decreto de junio de 1852 de Bravo Murillo, si señor, el que trajo el agua potable a Madrid y que tiene una calle importante dedicada a su recuerdo. Sólo que cambió de nombre, a la nueva Inquisición se le llamó Oposición. Y se adoptó como sistema general de acceso a las administraciones públicas en la Ley de Bases de 22 de julio de 1918, aunque los cuerpos que se estimaban especiales como abogados del Estado, jueces o catedráticos mantuvieron la normativa de cada Cuerpo.

Y todavía, al parecer, hay que estar agradecido. Para López Medel (2) la oposición es el resultado de una evolución en los sistemas de selección de personal – recuérdese que también los dinosaurios supusieron un escalón evolutivo -, que supone un reajuste del favoritismo y de la concesión graciosa que fue norma aceptada socialmente en el Antiguo Régimen pero que casaba mal con el Estado liberal surgido de la Revolución Francesa entre cuyo ideales estaba el gusto, tan burgués él, por lo meritocrático.

El ser opositor es tener un sambenito (3) y la oposición tiene mucho de tortura. Así que establecer un paralelismo entre el potro de tortura y “cantar” ante un tribunal de oposición es exagerado pero inevitable. No soy el primero que lo hace ni seré el último que se acoja a esta comparación malintencionada.

De hecho, José María Chico (4) – autor de los libros “Historia de las Oposiciones” y “Oposita que algo queda” -, realizó hace más de veinte años la misma comparación. Pero no se quedó ahí sino que dijo, cito textualmente, “la fina mentalidad ibérica, agudizó su ingenio al tratar de buscar un método selectivo. A diferencia de quienes descubrieron la roca Tarpeya (5) y por allí despeñaban a todos los que no servían, y lo acontecido en Alemania, en donde las SS liquidaban a todos los judíos……, aquí mucho más finos, nuestros métodos selectivos son las oposiciones”.

Hay más antecedentes ilustres en esto de criticar sin recato tan funesto sistema, el Doctor Marañón (6) dijo de las oposiciones que “eran el cáncer de la Universidad” y, antes aún, Angel Ganivet (7), dijo que con este sistema “la juventud pierde el tiempo, preparándose para ingresar en éste o en aquél escalafón, aprendiendo a contestar de memoria cuestionarios fofos e incoherentes”. Incluso desde el humor, José María Chico cita en su libro varios chistes, hay uno que es muy del estilo del semanario “La Codorniz” (8) aunque él no cita la fuente, que me parece especialmente gracioso. “Dos burros están mirando a un tercero que, a su vez está sentado ante una mesa llena de libros, y comentan: <<Es un opositor empedernido, ahora se está preparando para caballo fiscal>>

Así que críticos ilustres ha habido, el catálogo es mucho más extenso de lo que aquí pongo, hay artículos de prensa, comentarios, libros que ponen a parir este curioso y carpetovetónico sistema de selección desde los años ’50 del pasado siglo hasta nuestros días (9). Sin embargo el sistema goza de muy buena salud, sigue siendo el método de acceso por excelencia en las administraciones. Y no cabe duda que en 2012 el olor que desprenden las oposiciones es tan rancio como el que despedía la Inquisición cuando se abolió en 1834. 

¿Pero qué es una oposición?. Según cuenta José María Chico, en los años ’40 una emisora de Madrid hizo un concurso entre los estudiantes de los diversos Colegios Mayores de la capital para premiar la frase más afortunada que definiese esa especie de martirio que son las oposiciones.

Dos fueron especialmente ingeniosas, por un lado: “la oposición es nuestra segunda bárbara fiesta nacional”(10); y la otra decía: “la oposición es lo que los padres quieren que hagan sus hijos y lo que los hijos dicen ¡que lo haga su padre!”.

Pero, más allá de estas ingeniosas definiciones, una oposición es una serie eliminatoria de exámenes en la que se van despeñando por la roca Tarpeya los candidatos, quedando para el final los aprobados por el tribunal que siempre, esto es un teorema, serán un número menor o igual al de plazas que están convocadas (11).

Según la normativa vigente los procesos de selección para el acceso a un puesto de la administración pública son la oposición y el concurso oposición, la diferencia entre uno y otro viene dada porque en el segundo – aparte de una serie de exámenes – hay una fase de concurso que no es otra cosa que la revisión y puntación de unos méritos que el opositor puede demostrar documentalmente. El concurso oposición es mucho menos común y normalmente se usa para procesos de promoción interna en el que se tiene en cuenta lo que ha hecho en  el pasado el opositor. Se tiene en cuenta pero poco, pues se suele usar como segunda fase y después de tener que haber aprobado necesariamente todos los exámenes previos.

Esta serie de exámenes son puestos y puntuados por un tribunal compuesto por funcionarios que deben seguir los principios de profesionalidad e imparcialidad. Es decir, debe estar compuesto por profesionales destacados del ramo de que se trate, y especialistas en diversas disciplinas que de alguna manera son necesarias por la propia naturaleza del proceso. El tribunal también puede estar asistido por asesores en materias específicas pero no forman parte constitutiva de dicho tribunal.

Todo el proceso debe respetar los principios de igualdad, mérito y capacidad, es decir, se debe garantizar la igualdad de oportunidades – que como sabemos es la función legitimadora por excelencia en la sociedad actual (ver “El gran montaje”) -, la igualdad entre sexos, se deben respetar los méritos de cada cual y debe puntuarse según la capacidad y conocimientos demostrados por cada candidato. Dicho de otra manera, no se puede enchufar a nadie, aunque sea tu sobrino y te llames Julio Nepote (12), ni actuar discriminatoriamente, por poner un ejemplo, siendo un misógino o una andrófoba  (13).

Todo esto parece muy formal, ¿verdad?, si leyeras la normativa querido lector – una constelación de leyes, reales decretos y órdenes ministeriales - hasta te entrarían ganas de ponerte firme y en primer tiempo de saludo de lo formal que es todo. Y puede que sea formal, lo que está por ver es que sea realmente objetivo. Pero sigamos.

Las oposiciones, en el caso de los funcionarios de carrera, no se hacen para acceder a un puesto de trabajo sino a un determinado Cuerpo. Pero, ¿qué es un Cuerpo de funcionarios?.

El funcionariado es un colectivo muy heterogéneo, tanto vertical como horizontalmente. Verticalmente, las administraciones son organizaciones fuertemente jerárquicas, están basadas en el modelo burocrático y es ésta – la jerarquía – uno de los principios identitarios de la burocracia. Por tanto existen una serie de niveles jerárquicos que marcan distintas funciones, responsabilidades y, claro en función de estas, cada una con sus remuneraciones específicas. Esos niveles se asocian a unos grupos separados por la titulación académica que se necesita para acceder a dicho grupo. En la tabla siguiente se especifican los grupos y niveles.

Fuente: Juan Carlos Barajas. Haga clic encima para ampliar


Respecto a la horizontalidad, se refiere a que hay una gran cantidad de profesiones diferentes: desde ingenieros de caminos hasta médicos o policías pasando por administrativos o informáticos.

De la confluencia de ambos ejes, vertical y horizontal, obtenemos los Cuerpos. Por ejemplo, los del subgrupo A1 (vertical) del ramo de la informática (horizontal), obtenemos el Cuerpo Superior de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. De la confluencia del subgrupo A2 y del ramo de la administración civil, tenemos el Cuerpo de Gestión de la Administración Civil del Estado. En general cuando se habla de Cuerpo “Superior” es A1, “Gestión” es A2, “Técnico” es C1 y “Auxiliar” C2 (14).

Además de Cuerpos hay Escalas, pero que Dios me perdone no he sido capaz de encontrar una diferencia legal entre Cuerpo y Escala, en mi descargo diré que no soy un analfabeto legal pero tampoco soy un jurista. Para mi tienen implicaciones legales similares, quizás el Cuerpo es más grande o tiene más prurito, es decir, pertenecer a un Cuerpo mola más que pertenecer a una Escala. De todas formas, si hay un jurista entre el público, que me lo explique.

Y si opositas a un Cuerpo o Escala y apruebas, ¿qué puesto de trabajo te asignan?. Pues uno, por riguroso orden de escalafón, correspondiente al nivel de entrada al Cuerpo. Por ejemplo, para los Cuerpos del subgrupo A1 – que son los que manejan el cotarro – el puesto de entrada es de nivel 26, es decir, un puesto de nivel medio-alto. Para el A2, el nivel de entrada es el 18, un puesto medio-bajo y así ocurre con todos los demás grupos.

Los exámenes de las oposiciones son de lo más variopinto. Dependen, en número y dificultad,  del Grupo y del Cuerpo al que se pretende acceder. Por poner un ejemplo, en el acceso al subgrupo A1, son los ejercicios escritos – ya sean teóricos o supuestos prácticos – que posteriormente hay que defender ante un tribunal en sesión pública posterior. O directamente, más exquisitamente inquisitorial si cabe, recitar o “cantar” de memoria varios temas elegidos aleatoriamente de un temario extenso ante el tribunal para luego someterse a un turno de preguntas.

En cualquier caso las pruebas premian la capacidad de empollar, engullir conceptos, datos, artículos, leyes y siglas, por lo que se debe contar con una muy buena memoria y mucha capacidad de estudio. También se pone a prueba la paciencia y el temple, pues hablar delante de un tribunal y con público exige de ambas virtudes.

Todas estas pruebas quedan a la discrecionalidad del tribunal que los puntúa según su criterio. Por lo tanto se trata de un criterio colectivo o de grupo, pero subjetivo. Que yo sepa las únicas pruebas realmente objetivas son los tests de respuestas múltiples, enrevesados, confusos, pero su corrección no depende de un criterio personal sino de un programa de ordenador que comprueba las respuestas automáticamente.

Así que a los principios de igualdad, imparcialidad, profesionalidad, mérito y capacidad hay que añadir el “contraprincipio” de la subjetividad. Por eso, muchas veces el público – usualmente el público de las sesiones está formado por los opositores que todavía no se han examinado – queda sorprendido porque opositores brillantes con defensas extraordinarias sean eliminados y otros, menos brillantes, con defensas más modestas sean aprobados.

Y esto me da pie para hablar un poco de los fallos del sistema. En primer lugar hay que decir que en cierto sentido hacer unas oposiciones es como alistarte en la legión extranjera, tu vida pasada no cuenta para nada. De nada o de muy poco te valdrá tu currículo, tu experiencia, lo que hayas realizado en tu vida profesional anterior, si acaso puede que se evalúe de forma indirecta por las preguntas del tribunal, pero en cualquier caso de forma muy endeble. En cambio se valorará sobre todo tu memoria – las pruebas son memorísticas hasta el paroxismo - y, últimamente – permitidme este guiño a las oposiciones de tecnologías de la información – tu capacidad para sumar, multiplicar y dividir con velocidad y exactitud, como si el género humano no hubiera inventado calculadoras que hacen mejor ese tipo de trabajo que las personas. De manera que a menudo se cuelan personas que tienen gran capacidad de estudio y de resolución de problemas teóricos pero cuando dan con un trabajo real no son resolutivos y la gente se pregunta que cómo han aprobado una oposición.

En segundo lugar no se evalúa la personalidad de los candidatos, conozco el caso de una persona – tremendamente inteligente y preparada – pero que es incapaz de relacionarse con otras personas y ha aprobado las oposiciones a un Cuerpo del grupo A1. Es imposible que esta persona sea un directivo o predirectivo de la administración, quedará en un despacho aparte haciendo vaya usted a saber qué. Este es un caso extremo pero se dan a menudo situaciones de candidatos que aprueban pero están poco preparados para las relaciones sociales o para la toma de decisiones. Unos aprenden con el tiempo y otros no.

Y para terminar con los fallos, es posible que realice más adelante otro artículo que explique todo esto con mayor detalle pues se me quedan muchas cosas en el tintero, hemos visto que las pruebas al final dependen de la subjetividad del tribunal. Incluso de la formación del tribunal, pues no todos los miembros del tribunal están todos los días sino que se van turnando. De tal forma que hay formaciones más “blandas” que otras, o bien, más preocupados por una serie de temas y problemas que por otros. Incluso, aprobar o no, puede depender de que en una sesión haya tres candidatos buenos o que la media de los candidatos sea más baja. En fin la suerte juega un papel también en esto.

Bien, decíamos que se depende de la subjetividad de los miembros del Tribunal y si las pruebas son subjetivas, entonces, ¿por qué no se diseñan unas pruebas igual de subjetivas, igual de selectivas, pero sin tanto sacrificio humano?. ¿Por qué no se humanizan las oposiciones?, no me refiero a bajar el listón sino a hacer unas pruebas que no amarguen la existencia a los candidatos hasta límites insospechados.

Porque a esta altura del artículo todavía no hemos hablado de por qué comparamos las oposiciones con un martirio. Bueno básicamente porque oposites a lo que oposites son siempre terriblemente difíciles de sacar. Debemos tener en cuenta que aprobar una oposición requiere de un gran esfuerzo de estudio sea cual sea el nivel del Cuerpo al que se aspire. En los Cuerpos de menor nivel jerárquico el problema es la terrible competencia por el desfase entre las plazas ofrecidas y el número de aspirantes y, en las plazas de mayor nivel, la exigencia es máxima en cuanto a nivel de conocimientos especializados necesarios y en cuanto a la titulación exigida.  En cualquier caso tienes que emplear muchas horas de estudio durante muchos meses o años, para intentar alcanzar algo sobre lo que no tienes ninguna garantía previa de conseguir, algo de resultado incierto porque no se trata de aprobar o suspender sino de estar entre los treinta, cuarenta o cuatrocientos mejores de los ochocientos, dos mil o treinta mil que se presentan.

Y esas horas de estudio continuado te pasan factura. Tenemos la factura familiar, tu pareja deja de tener pareja, tus hijos dejan de tener padre, tus padres dejan de tener hijo, tus amigos recuerdan de vez en cuando que una vez tuvieron un amigo pues te has convertido en una especie de eremita que sólo se dedica a estudiar. En ese sentido, todos los que te rodean también hacen la oposición.

Y la factura personal. En tu vida personal todo gira en torno a la oposición, cualquier pequeño rato lo dedicas a la oposición, dejas de leer, dejas de ver películas, eres incapaz de pensar en otra cosa. Sueñas con los exámenes, tienes pesadillas horribles mientras duermes y sueñas despierto viéndote en tu futuro despacho con la bandera constitucional detrás y la gran cruz de Isabel la Católica sobre tu pecho. Cuando despiertas, pues otra vez a estudiar, es una auténtica obsesión.

Y la factura física. Estar tanto tiempo sentado te perjudica mucho, cuanta más edad tienes es peor, más desgaste físico. Quieres alternar estudio con ejercicio físico y, al principio, lo cumples pero conforme avanza la oposición mayor es la obsesión y ningún tiempo de estudio te parece suficiente y se lo quitas a los paseos o a los ejercicios o a la comida o a cosas menos confesables en público pero muy necesarias para mantener la cordura. Y muchas veces acabas enfermando.

Conforme avanza el proceso te preguntas más veces que por qué lo haces, y ya no encuentras respuesta, los objetivos iniciales se han diluido, sólo quedas tú y el esfuerzo que ya llevas hecho, has entregado tanto de ti y de los tuyos que ya no puedes echarte atrás, ¿cómo vas a dejarlo ya si sólo quedáis cincuenta para veinticinco plazas?.

Y si al final no lo consigues te hundes, te haces todas las preguntas que has evitado hacerte durante todo el proceso y te hundes más. Estás varios días queriendo que la tierra se te trague, con una inmensa sensación de fracaso y de pérdida de tiempo. Si apruebas, todo parece cobrar sentido, conectas la lavadora mental y empiezas a olvidar los sinsabores y el precio de las varias facturas que has pagado - al cabo de los años lo olvidarás por completo – y te aprestas para ir a ese despacho que tantas veces has imaginado, con su bandera rojigualda y ya sientes el peso de la gran cruz de Isabel la Católica sobre tu pecho sin saber que te encaminas a vivir la muy estable pero penosa vida del funcionario (15).


Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo


A mi mujer y mis hijos infinitas gracias porque, durante un tiempo, convivieron con un fantasma que se parecía a su marido y padre, y que sólo se aparecía a las horas de las comidas

Notas:

(1)    Para ampliar información es interesante el libro del profesor Santos Juliá, Historia Social y Moderna y Contemporánea de España.
(2)    Jesús López Medel, Doctor en Derecho, graduado social y Registrador de la propiedad, catedrático de Derecho Natural, autor de importantes trabajos sobre Derecho de Propiedad, Filosofía del Derecho y Derecho Registral
(3)    El sambenito es una prenda utilizada originalmente por los penitentes católicos para mostrar público arrepentimiento por sus pecados, y más adelante por la Inquisición para humillar a los condenados por delitos religiosos. En la actualidad se utilizan expresiones como "llevar un sambenito", "te cuelgan un sambenito" o "cargar a alguien un sambenito" con el significado de cargar con una culpa inmerecida o perder la reputación y ser despreciado por algún oprobio.
(4)    José María Chico Ortiz, Registrador de la Propiedad, autor reputado de Derecho Hipotecario con numerosas obras publicadas. Curiosamente fue uno de los primeros estudiosos, por no decir el primero,  de la aplicación de la informática al Derecho. Tiene dos magníficos libros sobre oposiciones, “Oposita que algo queda” que es un libro de anécdotas sobre oposiciones e “Historia de las Oposiciones” que es un estudio histórico sobre las oposiciones en España. Sus escritos destilan un magnífico sentido del humor y reconoce que le costó un imperio aprobar las oposiciones de registrador.
(5)    Roca Tarpeya, “rupes Tarpeia” en latín, era una abrupta pendiente de la antigua Roma, junto a la cima sur de la colina Capitolina. Tenía vistas al antiguo foro romano. Durante la República, se utilizó como lugar de ejecución de asesinos y traidores, que sin ninguna piedad eran lanzados desde ella. También hay una roca Tarpeya en Toledo que durante la época romana se utilizó para los mismos propósitos que su matriz romana. Ya que se trataba de comparar con métodos de selección a lo bestia, yo habría utilizado la comparación con el monte Taigeto que era donde los espartanos abandonaban a los bebés que no pasaban el examen de aptitud o “lesjé”. Pulsa aquí para ampliar en Wikipedia
(6)    El Doctor en Medicina Don Gregorio Marañón y Posadillo (1887-1960), fue un médico endocrino, científico, historiador, escritor y pensador español, cuyas obras en los ámbitos científico e histórico tuvieron una gran relevancia internacional. Durante un largo período dirigió la cátedra de endocrinología en el Hospital Central de Madrid. Fue académico de número de cinco de las ocho Reales Academias de España (de la lengua, de la Historia, de las Bellas Artes, Nacional de Medicina y de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). Fue un humanista en el sentido más renacentista de la palabra y uno de los intelectuales más importantes que ha visto España durante el siglo XX. Pulsa aquí para ampliar en Wikipedia.
(7)    Ángel Ganivet García (1865-1898), escritor y diplomático español. Se le considera, por su incertidumbre vital y por su angustia espiritual, precursor simbólico de la Generación del 98.  Es un representante de la cultura positivista y escéptica del siglo XIX. En cuanto a las oposiciones fue un hacha, sacó las del Cuerpo de Archivos, Bibliotecas y Museos y, posteriormente, sacó el número uno en las del Cuerpo Consular (entonces estaba separado del Cuerpo Diplomático) en 1892.
(8)    Aunque la cita es de José María Chico, a mi me suena haberlo leído en la Codorniz, pero no lo he encontrado en mi biblioteca personal en la que tengo libros acerca de esta revista satírica española, la más importante de la historia en mi opinión, seguiré buscando y cambiaré está nota más adelante si lo encuentro.
(9)    José María Chico en su libro “Oposita que algo queda” da una relación muy extensa de todos artículos y libros que critican el sistema de las oposiciones.
(10) Según el diccionario de citas de Wenceslao Castañares y José Luis González, el Doctor Marañón dijo una frase muy parecida "las oposiciones es el espectáculo más sangriento después de los toros", aunque reconoce que es atribuída.  
(11) La propia ley 7/2007 del Estatuto del Empleado Público así lo entiende, es lógico que no se apruebe a más personas que plazas hay convocadas. No puedo resistir la tentación de contar una experiencia personal. Una vez participé en unas oposiciones a analista funcional en un Ministerio, aprobamos cinco y una vez tomada posesión nos enteramos de que sólo había cuatro plazas. A mi casi se me cae el cielo encima cuando el Subdirector General nos dijo que uno se tenía que quedar fuera, que lo arregláramos entre nosotros para elegir quién. El afortunado quedaría a la espera de la primera plaza que quedara libre. Uno de los cinco dijo que lo sorteáramos, organizó el sorteo, escribió los nombres de cada uno en un papel, los metió en una bolsa, le dio a elegir a la única chica que había entre nosotros, y le tocó a él mismo. Han pasado casi treinta años y sigo preguntándome qué es lo que sucedió en realidad.
(12)    Julio Nepote fue un emperador romano de occidente, en concreto el penúltimo, que al parecer debió su nombramiento a que era sobrino político del emperador romano de Oriente, León I el magno. De hecho nepos en latín significa sobrino. Y claro, de ahí viene la voz nepotismo que, según la RAE, es la desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos.
(13)    Aquí he querido hacer un chiste, pero sin duda es un chiste malo, lo que quiero decir es que siendo hombre no puedes preferir candidatos hombres y siendo mujer no puedes favorecer a las mujeres.
(14)     No siempre es así, está la Escala Técnica de Gestión de Organismos Autónomos que es del subgrupo A1 y lleva “gestión” en el nombre
(15)     Quería poner esta nota para dejar claro que mis críticas están dirigidas contra un sistema que considero perverso, en ningún caso contra el opositor que gana una oposición. Éstos se merecen con creces el aprobado y demuestran ser superhombres y supermujeres. Dicho de otra manera: son todos los que están, aunque también es cierto que no están todos los que son.


Bibliografía:

Historia económica y social moderna y contemporánea de España
Santos Juliá y otros
UNED
Madrid 1996

Oposita que algo queda
José María Chico Ortiz
Revista de Registradores de la Comunidad Valenciana
Nº 44, 15 de enero de 1990

Diccionario de citas
Wenceslao Castañares y José Luis González Quirós
Editorial Noesis
Madrid 2000




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Oposición rima en consonante con Inquisición por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

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El discreto encanto de la abstención en contraposición al inmenso poder del voto

En este artículo se pretende demostrar que la abstención redirigida hacia el voto a los partidos que todavía no han gobernado puede producir muchos cambios
Desgraciadamente los señores azul, rojo y verde tendrían razón 
Imagen obtenida del blog de Krankie

El pasado mes de septiembre, César Molinas publicó un magnífico artículo en El País titulado “Una teoría de la clase política española” que tuvo un gran predicamento en las redes sociales (1).

En este artículo César Molina afirmaba que la clase política española se comportaba como una élite extractiva, según la definición desarrollada por los economistas Acemoglu y Robinson (2). En este sentido, los políticos españoles, han establecido un sistema de captura de rentas que se sitúa por encima del interés general de la nación.

Son los principales responsables de las causas fundamentales del desastre económico que vivimos, de lo que Molinas denomina las cuatro burbujas: La burbuja inmobiliaria, del colapso de las Cajas de Ahorro, de la burbuja de las energías renovables y de la burbuja de las infraestructuras innecesarias.

Molinas añade que la clase política está instalada en este sistema recaudatorio y se han acomodado de manera tan sólida en todas las instituciones y poderes del Estado – incluyendo a la cúpula del poder Judicial – que se ha convertido en el principal inconveniente para resolver los acuciantes problemas que tiene nuestro país, pues no es capaz, como élite extractiva que es, de aceptar un diagnóstico razonable de la crisis y no pueden desarrollar otra estrategia distinta de esperar a ver si escampa. Y no va a escampar antes de dejar al país completamente arruinado y puede incluso que dividido territorialmente.

Finaliza Molinas el artículo proponiendo un cambio de sistema electoral, el sistema proporcional de listas cerradas actual - que él considera el culpable de que los partidos políticos españoles se hayan convertido en fábricas de políticos profesionales, sin formación académica ni moral, despegados de la realidad y del pueblo al que representan (3)  – por un sistema mayoritario corregido con doble votación (4).

Las tesis de Molinas me parecen acertadas en gran parte, echo de menos alguna cosa y corregiría alguna otra y sería capaz de firmarlo como mío, he puesto en las notas al final del artículo algún comentario al respecto. Lo verdaderamente importante, más allá de cómo y por qué hemos llegado a la situación actual, es que se está produciendo una ruptura, una enorme fractura que crece a pasos gigantescos, entre la sociedad y sus políticos.

El grito “no nos representan” cada vez está más presente en las gargantas de un pueblo machacado por la crisis y los políticos siguen con su pequeño mundo de sesiones parlamentarias, ruedas de prensa, ipads, coches con chófer y comilonas, sin enterarse de lo que pasa fuera. No se dan cuenta de que ese “no nos representan” esta diciendo a gritos que nuestra democracia no está funcionando correctamente. Y eso es tremendamente peligroso, no se arregla comprando más material antidisturbios.

Es necesaria una regeneración de la vida política, un vocablo éste, que por desgracia no es la primera vez que ha estado a lo largo de nuestra historia en la boca de los reformistas. No cabe esperar que dicha regeneración surja de los propias filas de los partidos, habría que echarles del Congreso de los diputados – por supuesto con los votos – no estoy hablando de golpes de Estado, o por lo menos disminuir su presencia de manera que los gobernantes – los de ahora mismo y los que hace poco que dejaron de serlo - se hicieran a sí mismos las preguntas correctas, de manera que despertaran de su letargo autocomplaciente. De manera que dejaran de ser una élite extractiva y limitaran su voracidad elitista.

Parece que los resultados que está obteniendo el PSOE en las elecciones autonómicas están haciendo que empiecen a surgir voces en sus maltratadas bases que piden una renovación real más allá de la mascarada del último congreso de Sevilla (5). Habría que profundizar en ese sentimiento y hacerlo extensivo al PP. ¿Pero cómo?, ¿cómo los echamos del Congreso si sigue habiendo mayorías absolutas en elecciones regionales?, y ellos no van a cambiar el sistema electoral, les va demasiado bien. Pues habrá que hacerlo con el actual, ¿pero cómo?. Yo creo que primero que nada combatiendo la abstención y reconduciendo ese voto recuperado a los partidos que todavía no han gobernado.

Los votantes de la derecha suelen ser más disciplinados, conocen el valor del voto. Quizás porque el votante de la derecha de alguna manera juega en casa, habita en el sistema socioecónomico que le gusta, desea conservarlo, no quiere grandes cambios, por tanto, espera el mantenimiento del sistema y una buena gestión, que – por cierto – no es poco. Pueden echar pestes de los partidos, pueden declararse como apolíticos, puede repetir continuamente que todos son iguales, pero el día de la votación cumplen puntualmente.

En cambio el votante de la izquierda se decepciona más, el espectro político en el que se mueve está más dividido, y tradicionalmente le han vendido muchas más motos, le han incumplido a lo largo de la historia más promesas pues tenía esperanzas de cambio, promesas que el que las prometió - una vez gobierna y se baña de realismo - incumple, por lo tanto, está más escamado (6).

En cualquier caso, para el elector decepcionado – vote a quien vote – la abstención tiene un indudable encanto. Quedarse en casa ese día es dar un portazo a la clase política y al sistema y quedarse a gusto. Se puede comprender. Pero también es, en mi humilde opinión, disparar y recibir el tiro por la culata. Por los misteriosos duendes que obran clandestinamente en el sistema electoral, la abstención se convierte en algo parecido a un voto para los partidos mayoritarios.

Para estudiar esta curiosa metamorfosis me he armado de una hoja de cálculo Excel y de un simulador de la Ley D’Hont y me he puesto a estudiar cómo influiría en unos resultados electorales una disminución de la abstención. Para facilitar el cálculo y visualizar mejor el efecto he recurrido a unas elecciones con circunscripción única, las de la Comunidad de Madrid. También, con la misma intención, he rebajado la barrera electoral del 5% - que es el que marca el Estatuto de Autonomía - al 3% – que es el porcentaje vigente para las elecciones al Congreso -, pues este listón favorece con descaro a los partidos mayoritarios y disminuye el efecto de lo que quiero mostrar.

Vamos a comparar los resultados de las elecciones de 2011, con un aumento del 5% y del 10% en la participación. Como primera hipótesis mantenemos los mismos resultados para el PP y para el PSOE, cosa que es mucho suponer por cierto pues algo de desgaste tendrán (7), y el aumento de los votos lo distribuimos entre los 5 partidos siguientes. Como segunda hipótesis, manteniendo las mismas condiciones, pero concentraremos ese voto extra entre IU y UPyD.

 Obtenemos el siguiente recuadro:

Para ver más grande pulse clic encima del gráfico. Fuente Juan Carlos Barajas  

En la primera columna tenemos los resultados reales de las elecciones celebradas en 2011, con una barrera electoral del 5%.

En la segunda columna tenemos los resultados aplicando una barrera electoral del 3%, en este caso no hay cambios pero pueden creerme los lectores cuando les digo que tiene mucha influencia que aquí no se ha producido por la gran diferencia de votos entre los ecologistas y UPyD.

La tercera columna son los resultados si se incrementara la participación – o se disminuyera la abstención - en un 5%. En este caso si encontramos diferencias apreciables, el PP perdería 3 diputados poniéndose en 69, aún no perdería la mayoría absoluta que en la Asamblea de Madrid es de 65 diputados, pero sufriría una importante rebaja en su resultado electoral. Recuérdese que nuestra hipótesis establece que no perderían votantes respecto de las elecciones de 2011, estamos manejando sólo el voto recuperado de la abstención. En estas condiciones el PSOE perdería 1 diputado e IU y UPyD ganarían cada uno 2.

La cuarta columna está subdividida en dos partes, en ambas la participación la hemos incrementado en un 10% pero en la primera se distribuye el voto recuperado por la abstención entre los cinco partidos siguientes al PSOE, es decir, IU, UPyD, ECO, CENB y PACMA. Para ser más justos habría que haber hecho otro tipo de distribución pero me complicaba enormemente los cálculos y lo que pretendo puede quedar demostrado de esta manera. Como se puede apreciar, aquí los resultados son más claros. El PP pierde su mayoría absoluta situándose en 61 diputados, pierde 11. El PSOE obtiene 30, pierde 6. IU se mantendría igual y UPyD obtendría uno más y se pondría a 11.  Entrarían en el parlamento, los tres partidos siguientes con 4 diputados cada uno.

En la segunda parte de la última columna contemplo la hipótesis de que el voto recuperado se distribuye entre los dos partidos más conocidos, IU y UPyD. En este caso se trataría de un auténtico voto útil, pues el PP perdería 14 diputados, el PSOE 7 e IU ganaría 10 y UPyD 11. Todo esto supondría un cambio radical en la Asamblea de Madrid y la creación de nuevas mayorías para formar gobierno y un necesario cambio de estilo en la forma de gobernar.

Bueno ahora vienen las reflexiones. En primer lugar esto no es una demostración matemática sino tres ejemplos ilustrativos basados en hipótesis más o menos razonables que muestran cómo, cambiando únicamente una variable, la abstención, los cambios electorales pueden ser importantes. Fijaos en que no hemos cambiado ni el sistema electoral, proporcional con listas cerradas, ni la fórmula d’Hont, ni siquiera los votos recibidos por los partidos mayoritarios. Y esa será la situación con la que nos vamos a encontrar en las próximas elecciones porque no veo a la élite política haciéndose el harakiri. Por eso mismo es importante que los descontentos vayan a votar, que no expresen su desafección al sistema con la abstención sino con el voto. Eso es precisamente lo que buscan las élites políticas aquí y en todas partes, que la gente se desentienda para que puedan hacer lo que les dé la gana. Votar a otros es lo que más daño les hace.

En segundo lugar, ¿estos resultados son extrapolables a las elecciones generales?. Bueno, sería muy parecido en el caso de las elecciones europeas, que son de circunscripción única también. En todo caso es extrapolable el método, menos abstención y más voto y voto dirigido a los partidos que no han gobernado. Pero en las generales hay 52 circunscripciones, hay que repetir el esquema 52 veces. Lo que he aplicado en mis hipótesis habría que aplicarlo en cada circunscripción.

También hay que hablar del voto en blanco. Por supuesto es una opción legítima del elector. El voto en blanco es otra forma de expresar a la clase política la desafección del elector a una forma de hacer política. Es ético en el sentido de que aceptas el sistema democrático y te molestas en ir al colegio electoral, pero es igualmente inútil. Es más, en cierto sentido es más perjudicial que la abstención. El voto en blanco cuenta a la hora de establecer la participación, pero también a la hora de calcular la barrera electoral. El número mínimo de votos para obtener diputado se obtiene calculando el 3% del número total de votos en la circunscripción y ahí los votos en blanco elevan el valor que se obtiene. Por otra parte, el voto en blanco no se cuenta a la hora de repartir los escaños, no hay escaños en blanco, se ocupan todos. Al elevar el número de votos mínimo para entrar en el parlamento perjudicas a los partidos pequeños y beneficias a los grandes que tienen más escaños a repartir entre ellos.

Por tanto lo que recomiendo para el voto en blanco es lo que recomiendo para la abstención votar: a un partido que no ha gobernado, o bien, votar a la agrupación CENB (9) que se compromete a no ocupar su escaño si salen elegidos, con lo que sería un voto en blanco efectivo.

¿Tengo esperanza en que ocurra algo parecido en la realidad?. La tendencia a la abstención es muy fuerte, la desafección a los políticos y a los partidos también, el pensamiento de que todos son iguales y que una vez elegidos, los que no han gobernado se dejen seducir por las mieles del poder, es una sospecha muy justificada. Además, la cultura política del español medio – a pesar de llevar ya más de 30 años de democracia – no es la deseable, no se sabe de sutilezas del sistema electoral y se piensa que no participar es la postura que más daño le hace al sistema de partidos. Así que no, no tengo muchas esperanzas en que mi propuesta prospere.

                                                                   Juan Carlos Barajas Martínez
                                                                                  Sociólogo

Notas:

(1)    Una teoría de la clase política española. César Malinas. El País 9 de septiembre de 2012

(2)    Élite extractiva: ¿Por qué las Naciones fallan: Los orígenes del poder, prosperidad y pobreza es un libro escrito por dos economistas americanos: Daron Acemoglu , profesor en el Instituto de Tecnología de Massachusetts y James Robinson (economista) , profesor en la Universidad de Harvard. En el libro tratan de responder a la pregunta más básica de la economía y la política mundiales: ¿por qué algunos países (por ejemplo, Noruega ) prosperan mientras que otras (por ejemplo, Malí ) no han funcionado nunca? El libro está dirigido al público general. Es una discusión detallada de por qué el éxito económico de un país está determinado por sus instituciones políticas. Incluso Estados que no tienen un solo centro de poder, pueden ser innovadores y próspero gracias a los que los intereses en conflicto se dilucidan en el marco del estado de derecho y los derechos de propiedad seguros. Las democracias inclusivas con fuertes sistemas judiciales independientes prosperan. Los autores afirman que la importancia de la política está muy por delante de la geografía, los recursos o la cultura, en cuanto a la prosperidad. Países como Gran Bretaña y los Estados Unidos se han hecho prósperos porque sus ciudadanos derrocaron a las élites que controlaban el poder y crearon una sociedad con derechos políticos más ampliamente distribuidos y el gobierno es responsable y sensible a los ciudadanos. Por el contrario, las naciones dominadas por una élite egoísta son extremadamente pobres,  estados totalitarios que se encuentran en un círculo vicioso de la plutocracia , la supresión de la innovación tecnológica y la libertad económica y personal.

(3)    Desde mi modestia echo de menos en el artículo algún comentario sobre la connivencia entre la clase financiera y la clase política, fenómeno que ha adquirido proporciones mundiales y en el que España no ha resultado una excepción. La clase política ha ofrecido favores a cambio de financiación y después, llegada la crisis, ha rescatado con dinero público a la banca y, ésta no ha aportado créditos a la sociedad, sino que ha estado enjugando sus pérdidas. Tampoco estoy de acuerdo con que el sistema electoral sea la única causa de la profesionalización de la política y del acceso a puestos importantes de gentes sin oficio ni beneficio cuyo único mérito es decir siempre que sí a la cúpula del partido o a un barón importante. Este fenómeno de hombres de partido está presente desde el comienzo de los partidos políticos y fue analizado por el sociólogo alemán Michels a principios del siglo XX.

(4)    Mantuve una tesis parecida en mi artículo ¿Por qué demonios Izquierda Unida no saca nunca los diputados que les corresponden?. Mi propuesta era un sistema electoral semejante al alemán, se trata de un sistema de voto doble sobre una única papeleta, en el primer voto se elige un diputado en un distrito electoral pequeño por el sistema mayoritario y, el segundo voto, es sobre lista cerrada de un partido o coalición por una fórmula electoral proporcional y tomando como distrito electoral el lander o estado federado. Cada tipo de voto permite elegir la mitad de los diputados del parlamento. Con este sistema doble cada tipo de voto corrige el sesgo electoral que produce el otro. Además por el mismo precio, en el mismo artículo, establecía la forma legal de modificar el sistema.

(5)    A este respecto si parece que empieza a haber movimiento en las bases de PSOE. Ojalá que se renueve pues es un partido muy importante en la historia de España y está viviendo una gran crisis de valores. Una propuesta muy interesante es la de Martu Garrote, el martublog, desde donde no deja títere con cabeza y apuesta a una renovación radical desde dentro, que tiene más mérito. También son muy interesantes – aunque de menos frescura - las propuestas de Odón Elorza realizadas desde su blog, el blog de Odón, con 16 medidas para la regeneración del sistema político en España.

(6)    Podemos hacer algo de historia con esto. Los primeros grupos obreros organizados en España se sintieron completamente traicionados por el Partido Progresista a mediados del siglo XIX, luego fueron los revolucionarios del ’68 quienes les olvidaron, posteriormente se refugiaron en los republicanos federalistas que también les decepcionaron,  por último fundaron sus propias organizaciones como el PSOE. En tiempos de la 2ª República, mientras los partidos de izquierda eran muy minoritarios en cuanto a militancia, las organizaciones sindicales de clase, la UGT y la CNT, rondaban el millón de militantes, lo que indica una cierta desconfianza hacia las organizaciones políticas de izquierda por su propio electorado. (Información sacada de "Historia Económica y Social Moderna y Contemporánea de España" del profesor Santos Juliá)

(7)    El domingo 12 de noviembre se ha publicado en El País un artículo que informa sobre la pérdida de intención de voto de los partidos mayoritarios, se adjunta el gráfico que ilustraba dicho artículo. Fijaos que el cálculo se realiza sobre un 60% de participación, así que incluso con ese desastre de pérdida de votos, obtendrían unos buenos resultados.

Fuente El País
(8)    ECO= Ecologistas
(9)    CENB= Ciudadanos en Blanco
(10)    PACMA= Partido Animalista (defensa de los derechos de los animales)




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El discreto encanto de la abstención en contraposición al inmenso poder del voto por Juan Carlos Barajas Martínez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

¡Somos una gran nación!, ¿ah sí?, ¡define nación!

Este artículo es una aproximación desde la ciencia política al discutido y discutible concepto de nación


Patrones del metro lineal de la Oficina de Pesos y Medidas de Sevrés
Foto wikipedia
    El metro es la diezmillonésima parte de la distancia que separa el polo de la línea del ecuador terrestre
Definición de metro de la Academia de Ciencias francesa 1791

El metro es 1.650.763,73 veces la longitud de onda en el vacío de la radiación naranja del átomo del criptón 86
Definición de metro 11ª Conferencia de Pesos y Medidas 1960

Un metro es la distancia que recorre la luz en el vacío durante un intervalo de 1/299 792 458 de segundo
Definición de metro 17ª  Conferencia de Pesos y Medidas 1983

Uno se puede fiar de la definición de metro, ha sido difícil pues a lo largo de la historia de la ciencia ha habido varias, pero cada vez que se elabora una nueva sustituye a la vieja y es mucho más exacta que la anterior.

Y luego, para nuestra tranquilidad, puedo utilizar esos metros tan bien definidos para saber la distancia que hay entre mi casa y la estación de Cercanías, que es una de las distancias más importantes que hay en mi vida.

En cambio esto no pasa con otros conceptos, suelen ser conceptos abstractos como el amor o la libertad o el alma o la insoportable levedad del ser, son conceptos en busca de una definición, sin embargo, nadie se pone de acuerdo. Fulanito, filósofo famoso, dice que esto – el concepto que sea – es de esta manera, a lo que Menganito – epistemólogo prestigioso – responde que no, que el concepto es de aquella otra; y así un montón de autores reputados opinan y dan vueltas sin encontrar una definición común, para intranquilidad de personas como yo que viven de las definiciones ajenas.

Últimamente esto me está pasando con una palabra que está muy de moda: nación. Y aquí la intranquilidad es manifiesta porque se usa mucho, a veces como arma arrojadiza, a veces como exclusión de unos, otras para encontrar una posición donde colocarte o donde colocar a otros, en todo caso dista de ser una palabra inocente. Es una palabra con filo, con doble filo, que puede herir al otro pero que si no tienes cuidado te puede herir a ti también, y que puede llegar a ser no ya un arma blanca, sino un arma de destrucción masiva, antecedentes hay en la historia (1). Yo la usaría con más cuidado de lo que muchas personas públicas lo hacen. ¡No tomarás el nombre de nación en vano!, este es uno de los mandamientos que se quebró cuando a Moisés se le cayó una de las tablas por el camino ante la sorpresa de ver a los judíos – a quienes había dejado solos un momento -  adorando al becerro de oro, lo sé de buena tinta por que hace unos días he vuelto a ver en la tele a Charlton Heston dejando caer las tablas.

Y es que yo no tengo muy claro lo que es una nación, si sé lo que es un Estado. Es una organización política reconocible, con sus fronteras, su población, sus dineros y sus gastos, es algo tangible como lo son los metros lineales. Pero en el caso de las naciones el asunto no es tan sencillo. De esta manera, nadie duda de que España sea un Estado pero en cuanto a si es una nación hay todo un abanico de opiniones, hay quien piensa que lo es, hay quien piensa que es una nación de naciones y hay quien opina que es un Estado opresor que impide que las naciones que lo componen se manifiesten. Como veis la idea de nación no está muy clara y su aplicación a la práctica tampoco.

En la teoría política la idea de nación va unida al concepto de pueblo. El pueblo podría ser entendido como un conjunto de población caracterizado por una similitud hacia dentro y una diferenciación hacia fuera en un terreno, la mayor parte de las veces, cultural o étnico-lingüístico. La nación, desde este punto de vista de la teoría política tradicional, sería la proyección política de la idea de pueblo. Estas ideas son relativamente nuevas, no aparecen formuladas jurídicamente hasta finales del siglo XVIII con las revoluciones americana y francesa.

Esta visión tradicional, tampoco resuelve nuestras dudas pues se plantean inmediatamente tres problemas. En primer lugar, hay naciones que no han necesitado ni han contado en su origen con el sustento de una realidad étnico-cultural homogénea. En segundo término, determinados pueblos han manifestado una vocación política singular estando ya insertos en un Estado y, por último, la existencia de un pueblo o grupo étnico no equivale necesariamente a la existencia de una nación. Para contestar a estas tres preguntas Andrés de Blas propone la existencia dos tipos de naciones: la nación política y la nación cultural.

La nación política no tiene como fundamento necesario la existencia de un grupo étnico. Sería el caso de algunos Estados-Nación europeos que surgieron en la Edad Moderna y, sobre todo, el caso de los Estados Unidos y las naciones de Iberoamérica que surgieron de la rebelión liberal (2) contra el colonialismo. En este caso la nación surge en un momento histórico determinado como una referencia para soportar ideológicamente el Estado, es el Estado el que crea la nación y no al revés, y podemos afirmar que este esquema ha funcionado en muchos sitios.

En estos casos el Estado asume el carácter multiétnico de su realidad, creando lazos culturales de nueva creación o bien originarios de unos de los grupos étnicos existentes en su territorio.  Una nación de este tipo debe crear un nacionalismo específico, acorde en líneas generales con el nacionalismo liberal (2), un nacionalismo a la medida del ciudadano y no del particularismo étnico, se debe centrar en el individuo, su dignidad y los derechos intrínsecos de la persona.

Esta forma de nación cuyo modelo se ha seguido, por poner un ejemplo, en España y Francia, ha tenido más éxito en la segunda porque en la primera el Estado liberal resultó fallido después de varios intentos, mientras que la liberté, egalité y fraternité francesas han convencido al ciudadano francés de pertenecer a una gran comunidad política a la que el ciudadano español no ha tenido oportunidad de acogerse – debido a nuestra historia - y, en ciertas zonas,  ha visto en el particularismo étnico una especie de liberación ante un Estado que no garantizaba ni derechos ni libertades. A pesar de eso Francia no está libre de problemas étnico-culturales.

La nación cultural o étnica tiene su fundamento en una realidad cultural que reclama como indispensable la realidad prepolítica del grupo étnico, del pueblo, basándose en la idea de que una lengua hace una cultura y ésta lleva necesariamente a la constitución de una nación. Las ideologías nacionalistas impulsoras de este tipo de nación cuentan con una notable capacidad para efectuar síntesis y sincretismo entre hechos reales y míticos, tienen un obligado gusto por la diversidad y un inevitable entusiasmo por lo que es propio a cada pueblo.

En América sólo encontraremos naciones políticas exceptuando el caso de Canadá, pero Europa es un continente complicado a este respecto, pues en el mismo espacio estatal coinciden ambos tipos de nación. El caso español lo conocemos de sobra pero, en Francia, el Estado jacobino por excelencia, el nacionalismo político de la tradición republicana tiene tensiones con los nacionalismos étnicos vasco, bretón, occitano, corso y alsaciano.

Así que, si he entendido bien a Andrés de Blas, existen dos conceptos de nación, la nación política surgida de la ideología que soporta al Estado Nación y que surge a partir de los procesos históricos que tuvieron lugar en el paso de la Edad Media a la Edad Moderna y que dieron lugar al Estado moderno. En este caso la nación es posterior a la existencia del Estado. Y, por otro lado, la nación cultural, con una ideología que se basa en la existencia de una entidad étnica previa a cualquier Estado. En este caso se recurre a la idea de que el regnum medieval constituía ya una nación en sí misma, lo que es más que discutible pues la población medieval no tenía ninguna conciencia de pertenecer a una nación, eran vasallos de un señor, que consideraba su territorio como propiedad privada y que su derecho estaba avalado, ni más ni menos que por el mismo Dios, dentro de una visión del mundo occidental como una hermandad de valores comunes, la cristiandad, y no como un conjunto de naciones. A esta tendencia Dyson la llama “continuidad pronunciada con las ideas e instituciones de la Edad Media”. Al reino medieval le faltaba madurez política para ser considerado como una nación y, mucho menos, como un Estado en el sentido moderno de la palabra.

Y ambas ideologías contrapuestas comparten el mismo espacio geográfico. No es una mala descripción de las situaciones que viven países como el nuestro pero no es para estar más tranquilos.

Tanto el nacionalismo político como el étnico recurren a dos herramientas principales para reforzar el sentimiento nacional: la educación y la historia.

La educación es una herramienta que han utilizado todos los Estados para la creación del sentimiento nacional. Un ejemplo es la escuela laica republicana francesa que ha hecho una labor importantísima en la creación de un ciudadano francés, por encima de la pertenencia a una etnia local, consciente de sus derechos y deberes. En España, en cambio, se han dado dos clases de tensiones, por un lado, la contraposición no resuelta todavía entre la educación laica y la educación religiosa, por otro lado, el enfrentamiento entre una concepción central de la nación política española y la concepción local de los nacionalismos culturales de algunas Comunidades Autónomas. Al transferirse las competencias en educación parece que las autonomías han ganado en gran parte el pulso, consiguiendo consolidar su lengua local, en algún caso rescatarla o recrearla y, además, en buena parte han logrado la difusión de su visión de la historia.

La historia se usa para dar peso al sentimiento nacional, el peso del tiempo. La nación política revisa la historia buscando aquellos hechos que refuerzan la unidad nacional e intenta demostrar que los hechos históricos han llevado a la creación de la nación de manera progresiva  e inevitable. La nación cultural revisa la historia para demostrar que el Estado Nación es un corsé que impide que se manifieste un espíritu nacional que bebe en fuentes medievales y que ninguna represión puede ocultar porque siempre ha estado ahí, y poco importa que no haya existido una entidad política territorial en el pasado o que la que existió no pueda calificarse como Estado independiente porque en aquella época el Estado todavía no existía en ninguna parte del mundo.

Hace poco recibí un texto histórico-reivindicativo catalán enviado por una persona, que me parece muy sensata por cierto, a través de una red social. A mi el texto me ofrecía serias dudas sobre su validez histórica, pero sin embargo merecía el aplauso unánime de los miembros catalanes de la red. En el texto se criticaba con razón a la versión españolista de la historia que destilan ciertos miembros del Partido Popular pero luego se caía en el mismo defecto que criticaban (3).

A estas alturas que ya tenemos claro el concepto de Estado y, más o menos, el de nación, vamos a introducir una tercera noción relacionada con este complicado asunto, hablamos de la región. Y está relacionado porque a las sociedades sin Estado, unos las consideran naciones y otros regiones, por ejemplo unos hablan de Eskalherría, otros de Euskadi,  otros del País Vasco y por ahí queda alguno que todavía habla de provincias vascongadas, y estaría muy bien establecer los límites – si buenamente se pudiera – entre los dos conceptos, estaríamos todos más tranquilos (4), pero mucho me temo que va a ser difícil.

Para Olmeda habría hasta siete tipos distintos de regiones. La región natural, como unidad diferenciada por las características geográficas, climatológicas y paisajísticas. La región histórica, como extensión territorial definida por datos objetivos o mitos suministrados por interpretaciones historiográficas. La región económica, como ámbito territorial de las relaciones de producción, distribución y cambio de mercancías. La región urbana, constituida por una zona metropolitana. La región étnico-cultural, creada a partir de un grupo étnico, su lengua, cultura e historia. La región político-administrativa como demarcación jurídica del conjunto del territorio de un Estado. La región autonómica como territorio perteneciente a un Estado que cuenta con un organismo de gobierno de base territorial.

Pero más que una definición lo que hemos obtenido de Olmeda, aunque ayuda mucho, es una descripción de tipos y, además, una región real – de las que conocemos todos – puede estar incluida en varios tipos. A mi me da, aun a riesgo de parecer poco riguroso, que una región es una entidad territorial, con todas o alguna de las características de Olmeda, que no llega a ser una nación. Unas regiones están en el camino de ser naciones y otras ni siquiera lo intentan porque no les interesa.

Y esta idea de estar en camino de algo conecta con la pregunta acerca de cómo una región puede constituirse en nación y de ahí caminar hacia el Estado propio. Rokkan y Urwin han planteado un proceso de movilización regionalista, una especie de escalera en la que cada peldaño implica, en vez de que la fuerza de gravedad se oponga a la subida como ocurre en el mundo físico, una disminución de los apoyos sociales, por lo que la subida por la escalera hacia la independencia se hace más difícil conforme se van subiendo peldaños.

La escalera arrancaría de una entidad territorial plenamente integrada en un Estado, sin una entidad cultural separada. Aparecen las primeras asociaciones regionalistas de defensa cultural que inician la construcción de la identidad periférica.

El segundo peldaño suele ser la protesta a cargo ya de partidos políticos con un grado elevado de apoyo electoral que tratan de que se incorporen sus demandas territoriales a la agenda del sistema político central. Aparece el regionalismo propiamente dicho.

El peldaño siguiente se concreta en un mecanismo de poderes autónomos compartido entre el gobierno central y un gobierno a escala regional.

El cuarto paso, envuelto en una retórica federalista, implica una autonomía regional absoluta y una autoridad central que se ocupa de los asuntos interregionales.

El quinto escalón consistiría en el desarrollo de estructuras políticas con suficiente fortaleza para pedir la autodeterminación, los partidos que la promueven son de carácter fuertemente nacionalista.

En cuanto a los motivos que propician este proceso de movilización, los motores que impulsan este movimiento, los distintos autores proponen varias causas.

La primera serían las causas económicas, es decir, se busca la creación de una nueva economía nacional separada. Esta es una causa de ida y vuelta, pues por las mismas razones puede interesar seguir perteneciendo a la economía más grande del Estado matriz. En estos casos hay diferentes opiniones entre sectores, según los diversos intereses productivos y comerciales e implica un análisis racional entre si interesa crear la nueva economía o no. A estas causas no es ajeno el hecho de que el desarrollo económico de algunas regiones periféricas en algunos países que ha sido superior al crecimiento del centro (5).

En segundo lugar estarían las causas ideológicas. En este apartado podríamos hablar de tres causas, el sentimiento nacional basado en la idea de la nación cultural de la que ya hemos hablado, la asociación entre descentralización y acercamiento del gobierno al ciudadano y – por tanto – mayor democracia y, por último, la creación de un mesogobierno lleva implícita la creación de nuevas políticas públicas basadas en el territorio más que en intereses económicos.

En tercer término estarían las causas relativas a los intereses sectoriales. Un nuevo nivel de gobierno implica una redistribución del poder. Se crean nuevas clases políticas, nuevos niveles de gobierno con nuevos puestos para esas clases y, por último, estos procesos dan origen a nuevas burocracias para nutrir nuevas administraciones públicas.

Por último yo pondría a las causas de derivadas de la política internacional, aquí pasa como en el caso de la economía, puede ser un catalizador del proceso, como ha ocurrido en la independencia de Kosovo, o puede ser un freno, como les pasa a los kurdos, que no pueden ser independientes por la oposición de todos los Estados que ocupan el Kurdistán con el apoyo de las grandes potencias.

Y ya para terminar, he vuelto a hacer un artículo muy largo, el único antídoto real a un proceso de movilización nacionalista es ofrecer unos mecanismo de integración política que favorezcan la práctica de lealtades compartidas a los dos tipos de nación que conviven en un mismo territorio. Un clima propicio a estas lealtades compartidas pasará por la práctica de formas significativas de reparto territorial del poder y por la aceptación en profundidad por todas las partes de una cultura política democrática que excluya tanto los encantos de la homogeneidad como las veleidades de un pasado místico separador e intente asumir los sentimientos y particularidades culturales de todos, o de casi todos.

Pero, aunque hemos discutido durante muchos párrafos sobre lo que es una nación y hemos recurrido a la ciencia política – que para eso está – para arrojarnos luz sobre estos tortuosos conceptos, no estoy contento del todo. Sigo sin saber qué es exactamente una nación en el mismo grado que sé exactamente qué es un metro lineal. ¿Es España una nación?, ¿es Cataluña una nación?, ¿el hecho de que Cataluña lo sea implica que España no lo es, o viceversa?, ¿acaso lo es el Valle de Arán? (6). Todos tenemos una contestación a estas preguntas pero no somos capaces de convencer a todo el mundo de nuestra respuesta. Una lástima, no es tranquilizador.


Juan Carlos Barajas Martínez
Sociólogo

Bibliografía:

Fundamentos de Ciencia Política
Andrés de Blas Guerrero
Jaime Pastor Verdú
UNED
Madrid 1999

Ciencia de la Administración
Tomo 1
Teoría de la Organización y Gestión Pública
José Antonio Olmeda González
UNED
Madrid 2000

Economy, Territory, Identity: Politics of West European Peripheries
Rokkan , S. & Urwin, D.
Sage
Londres 1983

Historia de la Teoría Política
3ª edición
George H. Sabine
Fondo de Cultura Económica
Madrid 1999

Notas:
(1) Desgraciadamente no hay que irse al nazismo para encontrar esos antecedentes, no hace tanto, en los Balcanes, en la vieja Europa, hemos visto como se convertía el nacionalismo en fanatismo.
(2) Aquí nos estamos refiriendo evidentemente al liberalismo político y no al liberalismo económico. Yo me siento heredero ideológico del liberalismo político, en cambio, tengo un problema personal con el liberalismo económico.
(3) No voy a extenderme en lo que yo considero como inexactitudes o interpretaciones interesadas que vi en el texto pero voy a citar dos que me llamaron la atención por curiosas y no necesariamente por ser las, en mi modesta opinión, más inexactas. En primer lugar cito textualmente, “Congreso de los Diputados fundado en 1834, un pelín más tarde que las Cortes Catalanas en 1192”, bien comparar un parlamento liberal con una asamblea estamental medieval es comparar un automóvil, aunque sea antiguo, con un carro de bueyes, es tirar a la basura casi 700 años de evolución política para indicar que los catalanes tienen parlamentos desde antiguo. Por cierto la primera cámara con nombre de “Congreso de los Diputados” se crea con la constitución de 1837 y no con el Estatuto Real de 1834 como parece querer indicar el autor.
En segundo lugar también me llamó la atención especialmente “los condados catalanes fueron oficialmente formados en el año 987 cuando el conde Borrell II de Barcelona se deshace del vasallaje que unía a Catalunya con Francia (fruto de la protección que ofreció Carlos Martel a Catalunya antes las incursiones musulmanas en la península a partir del 718) y se mantuvieron totalmente independientes hasta 1162”. Yo me pregunto, ¿quién era realmente independiente, Cataluña o el Conde Borrell?, el autor de texto seguro que la tiene, pero, ¿tenía conciencia nacional el vasallo del conde?, ¿un villano tendría conciencia de la existencia del mismísimo conde o se las tendría que ver con un infanzón de la nobleza baja que le molería la espalda si no entregaba el grano suficiente o a su esposa en derecho de pernada?. Es un error mirar a la historia con la mentalidad actual.
(4) A estas alturas queda claro que a mi edad una de mis prioridades es estar tranquilo.
(5) sería el caso de Cataluña y el País Vasco en España, pero también el del norte de Italia, en Europa y el curioso caso de Santa Cruz en Bolivia, entre otros.
(6) El Valle de Arán (Oficialmente en aranés, Val d'Aran), también conocido simplemente como Arán, es una comarca catalana que cuenta con 10.295 habitantes. En esta comarca conviven tres lenguas cooficiales: el aranés (dialecto occitano vernáculo del valle), el catalán y el castellano. Existe un movimiento nacionalista que ha reclamado a la Generalidad de Cataluña ser reconocida como realidad nacional y cuyos argumentos son asombrosamente parecidos a los del nacionalismo catalán respecto al Gobierno de Madrid.



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